El género y el número del adjetivo está determinado por la morfología del sustantivo con que concuerda. Por la forma genérica los adjetivos se dividen en dos grupos: los que son genéricamente invariables, o de una sola terminación, y los que tienen dos terminaciones genéricas.
Son invariables los que terminan en -a en singular (indígena, hipócrita, agrícola, cosmopolita, etc.); los terminados en -e (agradable, probable, independiente, breve, dulce, torpe, salvaje, etc.); los que terminan en consonantes (audaz, feliz, elemental, ágil, gris, común, azul, interior).
Los adjetivos que tienen dos terminaciones son en -o, -a (blanco – blanca, viejo – vieja). En este grupo se incluyen tambien los gentilicios que terminan en una consonante (español, francés, cordobés); los que terminan en -ón, -án, -or (holgazán, burlón, trabajador, comilón) a excepción de mejor, peor, superior, posterior, anterior, ulterior, exterior, inferior; algunos adjetivos que derivan mediante los sufijos expresivos -ete, -ote (brutote, toscote, guapete).
La concordancia con el sustantivo
Si el adjetivo se pospone a los sustantivos, su forma depende del género y del número de éstos:
Grados de comparación
Ya dijimos que los adjetivos calificativos significan una cualidad que puede presentarse en diferentes grados de plenitud o intensidad.
Consideremos que los grados de comparación se reflejan en las siguientes formas.
Grado comparativo. La gradación puede expresarse con el auxilio de un adverbio cuantitativo: nada interesante, poco atractivo, bastante inteligente, algo distraído. En latín los adjetivos admitían morfemas comparativos -ior, -ius. En español no existen para este objeto medios morfológicos. Sólo se han conservado cuatro formas comparativas, verivadas del latín: mejor de bueno, peor de malo, mayor de grande, menor de pequeño. Las formas anterior, porterior, superior, inferior son comparativas por el sentido, pero no por la construcción: no se dice Juan es inferior que Pedro; sino inferior a Pedro.
En los adjetivos españoles puede obtenerse sólo una expresión comparativa analítica con los adverbios más, menos y tan. De este modo resultan tres tipos de expresión relativa comparativa:
Existen también las formas eruditas: óptimo de bueno, pésimo de malo, máximo de grande, mínimo de pequeño.
En general los adjetivos españoles admiten la forma superlativa en -ísimo: grandísimo, lindísimo, malísimo.
Esta especial forma del superlativo latino terminada en -issimus ha pasado al español, pero sólo en su sentido absoluto, sin carácter relativo comparativo. Expresa la cualidad poseída absolutamente por el objeto en alto grado.
Algunos adjetivos tienen formas dobles: una de carácter más literario y otra de carácter más coloquial y popular. Compárense: amicísimo – amiguísimo, dificílimo – dificilísimo, nigérrimo – negrísimo, paupérrimo – pobrísimo, simplicísimo – simplísimo. En los siguientes casos sólo existen formas cultas algunas de las cuales no se emplean en el habla corriente: antiquísimo (de antiguo), celebérrimo (de celebre), fidelísimo (de fiel), libérimo (de libre), misérrimo (de mísero).
Se dan también algunas formas dobles, una culta y más literaria sin diptongar y otra coloquial y popular diptongada: certísimo – ciertísimo, bonísimo – buenísimo, fortísimo – fuertísimo, grisísimo – gruesísimo, novísimo – nuevísimo.
Existen también las formas eruditas ótimo de bueno, pésimo de malo, máximo de grande y mínimo de pequeño.
Los adjetivos que terminan en -n, -r suelen formar el superlativo en -císimo, más que en -ísimo: jovencísimo, habladorcísimo.
Se ha acostumbrado considerar como superlativos analíticos los adjetivos con los adverbios muy, aun, sumamente, enormemente, considerablemente y otros: muy malo, considerablemente rico.