Теоретическая грамматика испанского языка: морфология
3. Accidentes gramaticales

Género

El género es una categoría muy característica para el sustantivo. En el idioma español el género sirve para clasificar todos los sustantivos en dos grupos: nombres del género masculino y los del género femenino. La Academia ofrece 6 géneros. Además del masculino y femenino son los siguientes:

Neutro. Adjetivos o participios pueden sustantivarse con el artículo del género neutro lo en el significado generalizado.

Común. Las palabras del género común son aquellas, que sin cambiar de su forma adquieren el masculino o ifemenino debido al sexo de la persona, el género en este ceso se revela solo sintácticamente: el, la. camarada, el, la testigo, el, 1a reo, el, la mártir, etc.

La invariabilidad de estos nombres obedece a diversas causas.

  • Son nombres terminados en -a en el masculino: pianista, telefonista, periodista.
  • Algunos adjetivos de una terminación que se sustantivan: joven, imbéci, homicida, suicida.
  • Algunos nombres en -ante, -ente, -iente, que no admiten el femenino, siendo en su primitivo carácter participios activos: estudiante, aspirante, delincuente, adolescente.
  • Algunos nombres mantenidos invariables por su carácter eru¬dito o por su etimología: reo, testigo, mártii, cónyuge, consorte.

Para el habla de la América latina es característico formar las siguientes oposiciones: el testigo — la testiga, el estudiante — la estudianta, el pianisto — la planista, etc. En España en el habla inculta se puede encontrar las formas modisto, retratisto.

Sin embargo muchos nombres del género común van adoptando formas femeninas en -a el lenguaje culto. La Academia ha aprobado las formas dependienta: presidenta, catedrática, médica, arquitecta, ministra y otras.

Ambiguo. Son vacilaciones en el uso corriente de la lengua entre el masculino y femenino sin ninguna variedad de sus significados léxicos. En la mayoría de los casos son sustantivos, privados de morfemas determinados de género: prez, hojaldre, apostrofe, herpe, etc. Los nombres del uso más frecuente tienden a vencer tal ambigüedad, pues el uso correcto de la lengua va afirmando su género diferenciando les variantes estilísticas: el mar, el color. el calor, el puente, el azúcar, la dote, la prez, etc.

La. mar caracteriza el habla poética o el habla profesional de la gente de mar: El. barco sobre la mar // y el caballo en la montaña (F.García Lorca). Calor, color, puente, reuma aparecen de uso femenino en medios rurales.

Eran de origen femenino en el latín canal, análisis, arte, margen, lente. Hoy en sus más numerosas aplicaciones son masculinos. La canal puede utilizarse aún para designar los conductos por donde corre el agua de los tejados. Arte es femenino en plural y es masculino en singular, con excepción de algunas formas: arte poética, arte notoria. La margen se emplea para indicaer las orillas de un curso de agua; la lente se utiliza en óptica, en plu¬ral y como equivalente de anteojos es masculino.

Mimbre, estambre y prez, neutros en su origen, son hoy masculinos. Tilde, masculino en su origen, es casi siempre femenino. Hojaldre, antiguo femenino, predomina hoy como masculino. Azúcar predomina como masculino en conformidad con su género arábico, aunque hay interpretaciones femeninas en singular: azúcar amarilla.

No deben confundirse con los ambiguos los sustantivos que tienen el doble uso masculino-femenino, cuyo cambio de género obedece al cambio de la significación. Son sustantivos de los géneros: el cometa – la cometa; el fantasma – la fantasma; el tema – la tema; el frente – la frente, el pendiente – la pendiente, etc.

Epiceno. Son aquellos nombres cuyo género no atribuye sexo al animal y se aplica indistintamente al macho o a la hembra: el venado,el sapo, el ratón, el ruiseñor, la liebre, la rana, la ballena, la cigarra, la ardilla, etc. En la mayoría de los casos estos animales no han llamado la atención del hombre o por su tamaño pequeño, o por su exotismo, o por la falta de la domesticidad. Si queremos precisar el sexo del animal nos valemos de las voces macho o hembra.

La Gramática también denomina epicenos tales nombres como la persona, la criatura, la víctima, el rorro que designan indistintamente varon o hembra, aunque son más frecuentes en este grupo las denominaciones de especies animales.

Origen del género

El género gramatical, en su división general en masculino, femenino t neutro, es propiedad exclusiva de los idiomas indoeuropeos. Se extiende, en menior grado, a los idiomas semíticos, aunque conceptualmente el masculino y femenino semítico no corresponden a los indieuropeos. En otras lenguas la división fundamental no es la de género sino es la distinción entre lo animado y los inanimado.

Para explicar el origen del género se han aplicado diversas teorías más o menos ingenuas. Para algunos filólogos de la época romántica del siglo pasado el género gramatical coincidió con la clasificación lógica por el sexo. Llegaron a ampliar esta teoría la sexualización de la naturaleza, considerándola entera formada por los sexos opuestos. Existieron también diversas teorías de la aparición de la categoría del género de las diferencias del habla femenina y masculina, o de la denominación de objetos pequeños y grandes. Hay pruebas de explicar el género en la terminación en -a, que llega a tomar carácter típico femenino. Por contraste aparece la terminación -o como representación típica masculina.

La opinión más autorizada cree que en el indoeuropeo primitivo los nombres colectivos como denominaciones de la especie de animales adquirieron los temas femeninos en -a (por ejemplo, vaca). Para denominar los representantes individuales se aplicaron los nombres con temas masculinos en -o (vaco). En las épocas posteriores estas terminaciones se vincularon a los sexos. Las terminaciones del género pasaron por analogía a los adjetivos y a ciertos pronombres. Y así el género natural, o lógico, pasa a ser categoría gramatical. Se ofrecieron dos caminos para determinar el género gramatical: la forma de la palabra y su significado.

Género por la terminación y por el significado. Con algunas terminaciones o sufijos derivatos se asocia un determinado género gramatical. Son mayormente masculinos los sustantivos terminados en -o (hermano, hijo, olmo) con piocas exclusiones (mano, nao), -dos, -tor, -sor (tractor, asesor), -e (monje, roble), -ete (banchete), -il (abril, tamboril), -on (butacón), -í (jabalí, alhelí), -u (ambigú, espíritu), en consonantes (árbol, reloj).

Son del género femenino los sustantivos en -a (amiga, casa). Los masculinos en -a abundan más que los femeninos en -o: el planeta, el cometa, el día, el pijama, etc. Varios femeninos en -a.

Adoptan el masculino cuando designan colores (el lila, el rosa) y vinos (un rioja, un málaga). También son masculinos muchos neutros griegos en -ma debido a la tendencia culta: el enigma, el drama, el dilema, el sistema, etc. Adoptaron el femenino las palabras del uso más corriente: la lágrima, la calma, la chusma. En otros casos se han conservado los dos géneros, según el uso vulgar o erudito, a veces con diferencias del significado: el crisma – la crisma, el tema – la tema.

Sirven de exclusiones varios nombres de varones en -a: el recluta, el brigada, el tronera, el centinela, el guía, etc. Estos ejemplos verifican la prevalencia del significado respecto a la forma en cuanto al género del sustantivo en el idioma contemporáneo. Compárense, pues, con lo que escribía M. de Cervantes: Pidió Don Quijote al diestro licenciado que le diese una guía que le encaminase a la cueva de Montesinos; ... habían entrado en esta ínsula ciertas espías para matarme.

Otras terminaciones que aparecen exclusivamente en nombres femeninos son: -triz (cicatriz); -ie (serie); -ez (delgadez, estupidez); -dad, -idad (soledad, ciudad); -ión, -sión, -ción (región, opinión, razón, consumición); -tud (multitud); -tumbre, -dumbre (costumbre, servidumbre); -icie (calvicie).

Es muy frecuente el hecho de que una misma forma por su terminación aparezca en nombres masculinos y femeninos: el bien, la sien; el mal, la sal; el matiz, la cerviz; el sol, la cola, etc.

Hemos visto que el género del sustantivo puede determinarse por la forma de la palabra o quedarse indeferente a ésta. En muchos casos el género del sustantivo es dependiente de su significado léxico. Así, entre los sustantivos animados el género gramatical se basa en el género natural, o el sexo. Fijándose en el sexo de los seres vivos, podemos establecer las siguientes correlaciones:

  • los masculinos terminados en -o, -e o consonante forman femeninos añadiendo –a (hijo – hija, presidente – presidenta, señor – señora);
  • los sustantivos que forman el femenino mediante los sufijos -esa, -isa, -ina, -iz (duque – duquesa, rey –reina, jabalí – jabalina);
  • los sustantivos llamados comunes de género (el, la artista);
  • oposiciones suppletivas con raíces diferentes (hombre – mujer; toro – vaca).

En cambio, todos los sustantivos inanimados tienen un único y determinado género gramatical, discernido por el uso del idioma y no por el significado léxico del vocablo. Sin embargo, aquí también pueden hacerse algunas observaciones encuanto a la significación de los sustantivos. Son varios grupos semánticos que se caracterizan por el género determinado: los nombres de ríos, montes, golfos, mares, océanos, volcanes, vientos son masculinos (el Guadalquivir, los Alpes, el Etna); los nombres de las notas musicales son masculinos (el do, el fa); las letras del alfabeto corresponden al género femenino (la a, la e), etc. Ya quedan mencionados los nombres de vinos y colores que son masculinos. Podríamos añadir los nombres de ciudades con terminaciones imprecisas en cuanto al género, que son femeninos cuando designan la ciudad (Londres queda destrída) y masculinos cuando designan a su pueblo (París duerme tranquilo). De aquí: la hermosa Nueva York, la bella Nueva Orleán, la antigua Toledo, la incomparable Madrid. Es curioso que en el idioma contemporáneo vence la tendencia de someter la característica del género del nombre de la ciudad a su forma y no a su significado: Las imágenes del viejo Madrid se multiplicaron.

Número

La categoría del número expresa la cantidad. Esta categoría afecta también a otras partes de la oración: adjetivo, pronombre, verbo, artículo. Pero la idea de la cantidad se expresa en duiferentes partes de la oración de distintas forma. Para el nombre sustantivo el número está ligado al cálculo de objetos idénticos. El número de otras clases de palabras depende del número de sustantivo: las rosas blancas, los niños corren.

Cuando en la lengua existe la necesidad de referirse a la multiplicidad, ésta se expresa por la categoría gramatical, añadiendo morfemas del número. Pero la idea de la pluralidad puede ser expresada también léxicamente. Como ejemplo podemos citar sustantivos colectivos: ejército, olero, asamblea, coro, etc. El carácter del colectivo es presentar en singular como una unidad lo que, en realidad, es una pluralidad. Son casos ambiguos palabras como tijeras, pantalones, cuya forma plural tiene una visible justificación, pero, por otra parte, designan objetos que pueden considerarse como unidades. En algunas lenguas existe un número dual, referido a dos seres. En español la dualidad se expresa por el número plural: Los padres, los reyes. También son casos ambiguos en cuanto al número gramatical, pues se trata de parejas como unidades.

El sustantivo en singular puede señalar el plural con los pronombres tanto, mucho, todo, etc.: Se confrontaron aquellos señores tan católicos con mucho problema; Al comenzar el interrogatorio se dió cuenta de haber perdido tanto amigo.

El singular contiene la idea del plural también en los casos de la neutralización del número, cuando el sustantivo se emplea en el significado generalizado: La mujer, con ser tan frágil, es firme roca en querer. La Academia llama el singular que sirve para designar genéricamente la totalidad de los seres o de las cosas de una misma clase o especie – singular genérico.

Algunos sustantivos contienen la idea del plural etimológicamente. Así, el nombre español hoja procede del latino folia que es plural de folium.

Examinando las formas numéricas en distintos sustantivos, podemos ver que no todos los sustantivos pueden pluralizarse, no todos los sustantivos pueden cambiar el número. Por una parte, existen objetos llamados discretos o contables, que se muestran en una multitud de unidades: libros, plumas, árboles. Por otra parte, existen los llamados compactos o masivos, los cuales no pueden percibirse como la suma de diferentes unidades ni elementos: trigo, leche, agua. Estos no se pluralizan, a excepción del cambio del significado: trigos, aguas, etc.

Singularia tantum. Puede señalarse un gran número de sustantivos que carecen de plural por razones de su significación: los nombres geográficos (España, Barcelona); los vocablos que representan objetos únicos en su clase (el sol, el horizonte), los abstractos (sabiduría, valentía); los de materia (El oro, la plata), los nombres de las ciencias y profesiones (la lógica, la música); ciertos nombres colectivos (la policía, el clero).

Pluralia tantum. Son nombres que carecen del singular: geográficos, que denominan alguna colectividad (los Alpes, las Belearea); las denominaciones de los objetos que representan parejas (las andas, las gafas); los nombres que designan la pluralidad de objetos, acciones, estados, etc. (los añicos, las vacaciones, los modales).

En diferentes lenguas las categorías de pluralia o singularia tamtum pueden coincidir o no: el trineo – сани; las bodas – свадьба, la levadura – дрожжи, las vísperas – канун, las vacaciones – каникулы.

Formación del plural. El número gramatical como categoría afecta a todos los sustantivos. En singular carece de morfema. En plural se manifiesta de un modo bastante regular por medio de tres variantes de un solo morfema: -s, -es, morfema cero (Ø).

Si las voces terminan en vocal inacentuada (casa, río, tribu) se añade -s. Cuando los nombres terminan en vocales -a, -í, -ú acentuadas, se pluralizan, añadiendo -es o -s en competencia. La primera es más literaria, en contraste con la segunda, más coloquial: jabalís – jabalíea, bigudís – bigudíes, bambús – bambúes, tabús – tabúes, albalás – albaláes. Se exceptúan, como regla, las palabras del uso más corriente: papás, mamás, sofás, ambigús, menús, esquís, popurrís, etc.

En cuanto a las voces terminadas en -e, -o acentuadas, hoy es corriente que tomen -s: cafés, canapés, corsés, dominós, landós.

Las palabras en -ay, -ey, -oy, -uey adoptan en plural –es o –s: cois – coyes, estáis – estayes. Pero las voces más antiguas han consolidado el plural en -es: reyes, leyes, bueyes, ayes.

Cuando el nombre polisílabo termina en -s y su acentuación no es aguda para la formación del plural se emplea el morfema cero ø: el, los otlas; el, los lunes; la, las crisis; la, las dosis. Se produce indistinción o sincretismo de singular y plural que se resuelve sintácticamente en la concordancia. Cuando la acentuación de la palabra en -s es aguda, se pluraliza mediante el morfema -es: país – países, mies – mieses.

La mayoría de los extranjerismos terminados en consonantes, se pluraliza mediante -s: clubs, fiords, boers; con la excepción de lord – lores. La lengua moderna trrata de hispanizar tales palabras, añadiendo en unos casos -es (autocares, clubes, matches, esportsmanes), o cambiando la forma del singular en otros (frac: fraque – fraques; gong: gongo – gongos; film: filme – filmes) u omitiendo las consonantes finales (cabarét – cabarés, accésit – accesis, club – clus). En muchos casos las consonantes se omiten tanmbién en el singular: clú, sovié, compló. Por analogía se emplea el plural relos en varios territorios españoles y americanos. En contraste con este proceso en el habla corriente surgen las oposiciones: café – cafeses o cafés – cafeses, jerseis – jerseises, corsés – corseses, vermús – vermuses.

Valores del plural.

Si el sustantivo designa realidades no contables, se producen cambioas de su significado.

  • Los sustantivos que designan materia o sustancia designan en plural variedades, porciones u objetos de dicha materia: las maderas, los plásticos, las cremas.
  • Los abstractos pasan a concretos: las amistades, las bellezas.

Plurales enfáticos. Es un uso puramente estilístico: los cielos, los infiernos, las tripas, las escaleras. El plural puede poseer connotación despectiva: Déjate de filosofías. Eso son historias.