6. ЛИТЕРАТУРА XVIII ВЕКА: ЭПОХА ПРОСВЕЩЕНИЯ

6.1 Политические, экономические и культурные аспекты развития испанского государства в XVIII веке

6.2 Основные характеристики испанской прозы, поэзии и драматургии эпохи Просвещения

6.3 Фейхоо - крупнейший мыслитель раннего Просвещения в Испании

6.4 Философские, экономические, политические и эстетические воззрения Гаспара Мельчора де Ховельяноса

6.5 «Марокканские письма» Хосе Кадальсо

6.6 Леандро Фернандес де Моратин – крупнейший комедиограф испанского Просвещения

6.7 Расцвет жанра басни в испанской поэзии ХVШ в.: Феликс Мария де Саманьего и Томас Ириарте.

Para empezar, vamos a observar y comentar unas imágenes. Pertenecen a la colección de grabados titulada Caprichos, del pintor español Francisco de Goya. En estas obras, el pintor critica ciertos aspectos de la sociedad de su época.

Como puedes ver, Goya ha pintado a animales realizando actividades humanas. ¿Qué animales aparecen en los grabados? ¿Qué simbolizan estos animales? ¿Qué actividades están llevando a cabo? Fíjate bien en sus ropas y actitudes. En estos grabados, Goya critica diferentes aspectos de la sociedad de su época: la nobleza, la ciencia, la religión y la educación. ¿Qué opinión tenía el artista sobre estas partes de la sociedad? Como vamos a ver, la voluntad por mejorar la sociedad y educar a las personas es una característica muy importante de esta época. Los pensadores, los escritores y los artistas se preocupaban por la sociedad, y trataban de cambiar maneras de pensar y actuar que no les gustaban.

Ilustración

El siglo XVIII es conocido en Europa con la denominación de Siglo de las Luces, ya que se caracteriza por la voluntad de describir la realidad y al ser humano por medio de la razón, que es como una luz en un mundo de oscuridad. Las exageraciones y la visión religiosa del mundo típicas de Barroco son rechazadas como propias de una era de oscuridad y superstición, que, según los pensadores de esta época, se puede dejar atrás gracias a la ciencia, a la razón y a la educación.

La Ilustración es el movimiento cultural que, en diferentes países europeos, predica el predominio de la razón frente a cualquier otra fuente de conocimiento; los ilustrados luchan contra el fanatismo, la ignorancia y la religión desmesurada que caracterizan a épocas anteriores. Su origen se encuentra en los pensamientos de algunos filósofos del siglo anterior, tales como René Descartes, que defendía que la razón era la única vía para obtener conocimiento (Cogito, ergo sum: Pienso, luego existo) y los ingleses Locke y Bacon, que dan lugar al empirismo; para ellos, la observación y la experimentación llevan al conocimiento del mundo, siendo la duda el mejor método para descubrir la verdad. Es en esta época cuando se crean los fundamentos de la ciencia moderna.

El pensamiento ilustrado tiene varios pilares:

- La razón como única capacidad humana para resolver los problemas que plantea la existencia.

- La experimentación como método para llegar al conocimiento: nada es verdad si no lo demuestra la experiencia.

- El progreso es la meta del conocimiento, lo que lleva a la crítica de ideas e

instituciones de épocas anteriores que impiden el avance de la humanidad.

- La educación es el vehículo para lograr la libertad y el progreso.

En este periodo Francia mantiene un dominio político y cultural sobre el resto de Europa. Por ello, es lógico que la mayor muestra del espíritu ilustrado proceda precisamente de ese país. Se trata de La Enciclopedia, publicada entre los años 1751 y 1780 por Diderot y D’Alambert, que contiene una recopilación de todo el saber de la época desde un punto de vista ilustrado. En ella están muchos de los fundamentos de la posterior Revolución Francesa (1789), tales como la crítica al poder absoluto de los reyes y a la influencia de la Iglesia.

En esta época el progreso y la educación se convierten en un objetivo prioritario, de ahí el carácter didáctico que vamos a encontrar en la literatura de la época. Las ideas ilustradas llegarán a España con un cierto retraso, pero consiguen difundirse gracias a la traducción de libros franceses y a la labor de los periódicos, donde los ilustrados muestran sus opiniones.

El siglo XVII comienza en España con la muerte de Carlos II, el último rey de la dinastía de los Austrias, que no tenía hijos. Dos candidatos se presentan como aspirantes al trono, el archiduque Carlos de Austria y Felipe de Borbón, nieto del monarca francés Luis XIV. Sus partidarios se enfrentan en una Guerra de Sucesión que termina en 1713 con la firma del Tratado de Utrecht, que da la corona a Felipe de Borbón. Este monarca gobernará hasta 1756 con el nombre de Felipe V, y será sucedido por Carlos III y Carlos IV, ambos de la dinastía de los Borbones.

La nueva dinastía favorece y promueve la introducción en España de la cultura de la Ilustración Francesa, que se manifiesta en una serie de reformas, tanto políticas como culturales, destinadas a modernizar el país.

Entre las reformas políticas destaca la centralización administrativa, que intenta que todos los territorios tengan la misma dependencia del poder real. Asimismo, los monarcas ejercen el poder de modo absoluto, quitando capacidad de decisión a las Cortes y concentrando todo el poder en sus manos o en ministros de confianza. A esta forma de gobierno se le llamó despotismo ilustrado, y se resume en la frase “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”.

En cuanto a las reformas culturales, las ideas ilustradas gozan de su momento de mayor penetración durante el reinado de Carlos III. Un grupo de intelectuales a los que se conoce como los afrancesados lucha por la modernización del país, intentando aplicar a España los ideales de libertad, igualdad y fraternidad y el progreso económico y científico. Entre ellos se encuentran algunos de los autores que vamos a estudiar más adelante.

Al comenzar el siglo XIX se produce la invasión de España por parte del emperador francés Napoleón Bonaparte, lo que lleva a la guerra de la Independencia y posterior expulsión de las tropas francesas. Muchos de los intelectuales afrancesados, que se habían puesto de parte de los invasores, sufren el exilio.

Durante el siglo XVIII se crean instituciones culturales que aún existen y son

muy importantes en nuestra época. Entre ellas destacan:

- La Real Academia Española de la Lengua (1713). Su finalidad es velar por la pureza del idioma y consignar los cambios que en él se producen. Hoy en día, sigue existiendo, y en colaboración con otras 21 academias de otros países hispanohablantes produce la Ortografía, la Gramática y el Diccionario normativos del español (http://www.rae.es).

- La Biblioteca Nacional (1712). Su función es guardar un ejemplar de todos los libros que se publican en España (http://www.bne.es/es/Inicio/index.html).

- El Museo del Prado, que aunque fue inaugurado ya en el siglo XIX, fue concebido durante el reinado de Carlos III. Es una de las pinacotecas más importantes del mundo

(http://www.museodelprado.es/).

La literatura del siglo XVIII

A lo largo del siglo XVIII podemos encontrar tres tendencias en la literatura:

a) La continuación de la estética del Barroco, que sobrevive hasta más o menos la mitad del siglo. Durante este periodo hay también un auge de la poesía rococó.

b) El Neoclasicismo, que se impone hacia mediados de siglo.

c) Cerca ya del siglo XIX aparecen obras que anuncian el próximo movimiento literario. Este periodo se conoce como Prerromanticismo.

El Rococó

Se trata de un movimiento artístico derivado del Barroco que tiene bastante popularidad en el siglo XVIII, y que se cultiva sobre todo en artes menores como la jardinería y la decoración. Se trata del arte de los jardines de Versalles, y se caracteriza por el amaneramiento, la búsqueda de la belleza de lo pequeño y bonito y las decoraciones minuciosas y recargadas. En literatura se manifiesta sobre todo en la poesía, dando lugar a composiciones en las que predomina el refinamiento aristocrático, la sensualidad y la galantería, unidas a un cierto sentimentalismo, pero sin dejar de ser obras ligeras. Se cultiva la anacreóntica, que exalta la amistad, los placeres y el amor.

El Neoclasicismo

Es una vuelta a los ideales estéticos de la antigüedad clásica, que condena los excesos del Barroco e intenta restaurar la armonía y el orden de los modelos clásicos de Grecia, Roma y el Renacimiento europeo. Es el movimiento literario que mejor recoge las ideas racionalistas de la Ilustración. Veamos sus principales características:

1) Imposición de la razón, lo que conduce a que se frene toda individualidad y originalidad. La brillantez del Barroco se condena como excesiva y fuera de lugar, y se busca un estilo claro y sencillo. El arte y la literatura tienen una finalidad muy clara, lo que conduce a una gran homogeneización en los temas y el estilo y a la imposición de modelos.

2) Se asume el principio de docere et delectare (enseñar y deleitar), de modo que todos los géneros se vuelven didácticos. El arte y la literatura se vuelven morales y su función es la de contribuir al progreso de la sociedad propagando las ideas de la Ilustración. Esto tiene que ver con que en este periodo se cultive mucho la sátira, pues es una buena manera de denunciar las cosas que se consideran incorrectas.

3) El arte y la literatura están sometidos a unas reglas, que provienen de la antigüedad clásica y que deben ser respetadas. Estas reglas quedaron recogidas en algunos textos de la época, como la Poética del escritor ilustrado Ignacio Luzán.

La literatura del siglo XVIII en Francia

El país vecino a España es la cuna de la Ilustración. Hay muchos autores importantes, pero podemos destacar a los ensayistas Rousseau y Voltaire. Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) fue un escritor, filósofo, músico y científico franco-suizo. Sus obras más famosas son El contrato social, que es una obra de filosofía política que trata temas como la igualdad y la libertad, y Emilio, o de la educación, del que proviene la célebre frase “El hombre es bueno por naturaleza”. François Marie Arouet, más conocido como Voltaire (1694-1778) fue también uno de los más destacados pensadores de la Ilustración. Escribió libros de filosofía, poemas, obras de teatro y lo que él mismo llamaba cuentos filosóficos. Su obra más célebre es Cándido, parodia de las novelas de aventuras en la que un joven ingenuo e inocente viaja por un mundo lleno de violencia, fanatismo e injusticia. Este argumento le sirve al autor para denunciar diferentes defectos de la sociedad.

La literatura del siglo XVIII en Inglaterra

A diferencia de otros países europeos, en Gran Bretaña hay un interesante

cultivo de la novela. Vamos a hablar de dos autores: Jonathan Swift (1667-1745) fue un escritor satírico irlandés que escribió Los viajes de Gulliver. Esta famosísima novela ha sido considerada literatura infantil, pero en realidad se trata de una sátira muy crítica sobre la sociedad y la condición humana. En ella, el capitán Lemuel Gulliver viaja por países extraños y sociedades pintorescas, lo que le sirve al autor para retratar los defectos de la sociedad de su tiempo.

Daniel Defoe (1660-1731) fue un novelista y periodista inglés. Ha pasado a la historia como el autor de la inmortal novela Robinson Crusoe. La novela es la autobiografía ficticia de un náufrago que pasa 28 años en una remota isla tropical, donde cuenta con la compañía del nativo Viernes. El protagonista consigue sobrevivir gracias a su razón, que se presenta como una fuerza que puede dominar a la naturaleza.

La literatura del siglo XVIII en España

Poesía

Como puedes imaginar por lo que has leído hasta ahora, el género lírico no es el más importante ni el más cultivado en esta época. Recordemos algunas características del género lírico:

1) En la poesía se desarrollan todas las potencialidades del lenguaje; se puede decir que en el género lírico pierde sentido distinguir entre forma y fondo, ya que las relaciones entre ellos son tan estrechas que no puede existir una independientemente de la otra.

2) Si cualquier texto literario es, entre otras cosas, subjetivo (es decir, que se percibe en él el carácter, las ideas y el estado de ánimo del escritor), se acepta que es en el género lírico en el que con mayor intensidad se manifiesta la subjetividad del que escribe.

3) La lírica es el género literario que expresa los sentimientos, pensamientos y vivencias del autor de una forma más directa.

Como hemos dicho, en la época de la Ilustración se produce una reacción contra los excesos del Barroco y la búsqueda de un estilo claro y sencillo. En consecuencia, la forma tiene menos importancia que el fondo, ya que el principal objetivo de la literatura es el de instruir a la población con vistas al progreso. Esto, por supuesto, limita la libertad de los poetas en cuanto a la forma, que queda sometida a unas reglas.

Del mismo modo, la Ilustración es un movimiento que rechaza la individualidad y la originalidad a favor de la razón. Dado que el género lírico se caracteriza por la subjetividad y la expresión directa del mundo interior del autor, es lógico que este género no sea el más importante en esta época.

Dicho esto, vamos a estudiar la producción poética del siglo XVIII; no es tan

importante ni abundante como la del periodo anterior (o el posterior), pero también es, a su manera, interesante.

Existen dos tendencias principales:

- La poesía rococó o anacreóntica: esta poesía está relacionada con el arte rococó del que hablamos anteriormente. Su nombre viene del poeta griego Anacreonte (572-485 a.C.), que cantaba a los placeres del vino y las mujeres. Se trata de una poesía frívola y de temas poco profundos, con un gusto por lo pequeño y gracioso y un marcado carácter lúdico. Los temas suelen ser el amor, entendido de una manera superficial, el elogio de la vida retirada, el goce de la juventud o el vino. El autor más reconocido es Juan Meléndez Valdés.

- La poesía ilustrada: de carácter didáctico, pretende eliminar la ignorancia y los malos hábitos de la población y conducir al progreso. La manifestación más conocida son las fábulas de Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego, que son composiciones moralizantes a medio camino entre los géneros lírico y narrativo, en las que las enseñanzas se transmiten mediante historias de animales.

La poesía rococó o anacreóntica

Como hemos dicho, el máximo representante de esta tendencia es Juan Meléndez Valdés, quien nació en Extremadura en 1754 y murió en Francia en 1817. Fue catedrático de Humanidades en la Universidad de Salamanca y tuvo mucho trato con otros ilustrados como José Cadalso y Gaspar Melchor de Jovellanos. Fue un afrancesado tanto en ideas como en política, y ocupó puestos administrativos para el gobierno francés de ocupación a principios del siglo XIX. Por ese motivo tuvo que exiliarse a Francia tras la Guerra de Independencia, donde murió.

La poesía neoclásica. La fábula

Como hemos dicho, la manifestación más conocida de la poesía de inspiración ilustrada son las fábulas. Se trata de un género mixto, pues tiene características del género lírico (se escriben en verso), del narrativo (pues son historias de animales con personajes) y del didáctico (por sus temas y la intención con las que se escriben). Las fábulas tienen una moraleja, que es la lección o enseñanza que el lector obtiene de ellas, y que puede aparecer explícitamente en el texto o quedar implícita. Los dos fabulistas más importantes son Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego. Los antecedentes de este género se encuentran en los autores clásicos Esopo y Fedro y el fabulista francés del siglo XVII Jean de La Fontaine.

Tomás de Iriarte (1750-1791) fue un perfecto ejemplo de caballero ilustrado. Era un hombre culto e inteligente que destacó en los ambientes sociales y literarios. Aunque escribió teatro y obras satíricas, y también se dedicó a la música y la traducción de autores clásicos, el mayor éxito le llegó con su obra Fábulas literarias, de 1782. En el prólogo de esta obra, Iriarte sostiene que es el primer autor en escribir fábulas en español, pese a que Samaniego había publicado un libro de fábulas el año anterior. Estas afirmaciones llevaron a una discusión que acabó con una amistad de muchos años entre los dos literatos.

Félix María Samaniego (1745-1801) nació en una familia noble y se cree que estudió en Francia. Fue un hombre muy crítico con la política y la religión de su época, lo que llegó a ocasionarle problemas con la Inquisición. También rechazó un puesto público haciendo gala de su independencia. Escribió 157 fábulas, algunas de ellas muy conocidas

La prosa del siglo XVIII: el ensayo

En esta época, la narrativa de ficción se cultiva muy poco. Los intelectuales de este periodo la desprecian por su falta de verosimilitud y su escasa contribución al progreso y la educación de los lectores. De este modo, la novela pierde su importancia a favor de otros géneros menos cultivados en la tradición literaria española, tales como los informes, las cartas, los libros de viaje y el ensayo. Encontramos, pues, una importancia de la prosa didáctica que no se repite en ningún otro periodo de la literatura española, ni anterior ni posterior. Recordemos que la finalidad del género didáctico es la de transmitir una enseñanza filosófica, religiosa o moral, lo que tiene mucho que ver con el concepto de la literatura que prima en la época de la Ilustración.

El género didáctico se adapta a la perfección, como acabamos de ver, al interés crítico y científico de los autores de esta época, y a su intención de extender sus ideas y opiniones. Los tres principales subgéneros didácticos se cultivan en este periodo: la fábula, como acabamos de ver; el ensayo, que como veremos será la forma preferida de los autores ilustrados; y la epístola, de la que también contamos con buenos ejemplos.

Como ya hemos estudiado, un ensayo es un texto breve en que el autor expone y defiende su actitud ante una cuestión determinada aportando juicios y opiniones personales. Por sus características se ajusta muy bien a las intenciones de los autores ilustrados, pues permite una exposición clara del tema, provoca la reflexión del lector y aporta gran número de pruebas y comentarios.

En lo que se refiere al estilo, el lenguaje de la prosa ilustrada busca sobre todo la claridad expositiva, de modo que se aleja de la ornamentación típica del Barroco y busca un tono natural y un lenguaje sencillo y claro.

Los principales representantes de la prosa didáctica del siglo XVIII son Fray Benito Jerónimo Feijoo , José de Cadalso y Gaspar Melchor de Jovellanos.

Fray Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) fue un monje benedictino y profesor de la Universidad de Oviedo. Llegó a ocupar altos cargos dentro de su orden y en su madurez se dedicó a la redacción de sus dos obras principales: Teatro crítico universal y Cartas eruditas y curiosas . En estas obras sigue un método argumentativo de búsqueda de la verdad basado en la razón y la experimentación, e intenta hacer desaparecer errores, ideas falsas y supersticiones comunes en su época. Es pues literatura crítica, cuyo objetivo es aumentar la libertad y la dignidad de sus coetáneos y ayudar a superar el retraso y el aislamiento que sufría España. Trata temas muy diferentes, tales como religión, geografía, historia, ciencias naturales, filosofía

José Cadalso (1741-1782) fue un poeta y ensayista que se caracteriza por su carácter satírico. De joven viajó por Europa, lo que lo convirtió en un verdadero políglota. Fue militar y murió en una batalla en Gibraltar. Sus dos obras más conocidas son Cartas marruecas y Noches lúgubres .

Cartas marruecas es un libro escrito en forma epistolar, basado en la correspondencia entre tres personajes ficticios, dos marroquíes y un español. En esta obra se tratan temas muy diversos tales como la corrupción de los políticos, el

patriotismo, el uso correcto de la lengua, las tradiciones…

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) es probablemente el principal representante de la Ilustración es España. Nació en Asturias en una familia noble y a lo largo de su vida se dedicó a la política y a la difusión de las ideas de los ilustrados. Participó mucho en la vida política y cultural de su época, y fue miembro de la Real Academia Española y de la Real Academia de la Historia.

Fue el fundador del Real Instituto de Estudios Asturianos. Aunque escribió poesía y teatro ilustrados, lo más importante de su obra es la prosa: una gran cantidad de memorias, proyectos e informes encaminados a mejorar distintos ámbitos de la vida española de su época. Por los temas que trató, Jovellanos forma parte más bien del ámbito de la filosofía política, pero su estilo claro y ameno y su bello lenguaje le han garantizado un lugar en la historia de la literatura. Sus obras más conocidas son el Informe sobre la ley agraria , la Memoria para el arreglo de

la política de los espectáculos y el Elogio de las Bellas Artes.

El teatro del siglo XVIII

Al igual que ocurre con la poesía, la producción teatral del siglo XVIII es menor que la del siglo anterior. Este periodo no nos ha dejado obras tan grandiosas y originales como las del Barroco; sin embargo, el teatro sigue siendo la diversión favorita de la población, y por tanto un acontecimiento de masas. En la segunda mitad del siglo, como veremos, el género dramático pasa a ser una de las herramientas preferidas por los ilustrados en su tarea de modernizar la sociedad y educar a la población. Durante la primera mitad del siglo el teatro barroco sigue siendo el más popular, aunque las obras que se escriben no alcanzan la categoría de las de Lope de Vega o Calderón; de este modo podemos hablar de una decadencia del modelo teatral del siglo XVII. Esta decadencia motiva ataques por parte de los ilustrados, que acusan al teatro posbarroco de ser inverosímil y de contribuir a la ignorancia de la sociedad. Entre estos ilustrados se encuentra Gaspar Melchor de Jovellanos, que escribió el siguiente fragmento en su famosa Memoria para el arreglo de la política de los espectáculos:

En la segunda mitad del siglo los ilustrados emprenden una reforma del teatro,buscando una dramaturgia que cumpla con el principio de deleitar y enseñar y que contribuya al progreso de la sociedad. En la creación de este teatro ilustrado y neoclásico se dejan atrás por tanto las obras al estilo de las del Barroco y se fijan reglas inspiradas en los clásicos grecolatinos, que quedan formuladas en algunos textos de la época. Estas reglas son las principales características del género dramático de este periodo:

- Respeto de las tres unidades aristotélicas: la unidad de acción (sólo se debía desarrollar un conflicto); la unidad de tiempo (todo debía pasar en un día); la unidad de espacio (todo se debía desarrollar en un mismo lugar). Estas reglas, como sabes, habían dejado de seguirse en el Barroco.

- Separación de la prosa y el verso y la tragedia y la comedia.

- Finalidad didáctica: las obras dramáticas sirven para denunciar defectos y malas costumbres de la sociedad.

- Búsqueda de la verosimilitud: se intenta retratar una situación lo más cercana posible a la realidad, y se huye de toda fantasía o exageración. Esto conlleva la elección de escenarios exentos de exotismo (con frecuencia urbanos) y de personajes pertenecientes a las clases sociales que los autores buscan como público (burguesía, clases medias).

- El decoro: los personajes han de actuar y hablar de manera acorde con su condición social y su manera de ser.

El respeto a todas estas reglas tiene una doble intención: por un lado, se busca la creación de una obra bella y armoniosa, que no ofenda al espectador y se mantenga dentro de los límites del buen gusto; por otro lado, la obra dramática debe ser útil, es decir, debe cumplir una función didáctica y mostrar enseñanzas que el espectador pueda aplicar en su propia vida.

En cuanto a los géneros, se cultiva tanto la tragedia como la comedia, pero es este último el que ha pasado a la historia como el mayor representante del teatro neoclásico.

La tragedia neoclásica

En el siglo XVIII algunos autores intentaron la creación de una tragedia genuinamente española y neoclásica. No tuvieron mucho éxito y el género no se cultivó mucho. El autor más famoso es Vicente García de la Huerta.

Vicente García de la Huerta (1734-1787) fue un poeta y dramaturgo extremeño que llegó a dirigir la Biblioteca Nacional. Su obra más famosa es Raquel, una tragedia neoclásica que tuvo un gran éxito en su estreno en 1778. Este drama narra la historia de Raquel, la amante judía toledana del rey Alfonso VIII. El pueblo castellano se rebeló contra su creciente influencia sobre el rey y al final Raquel muere a manos de los súbditos.

Se trata de una obra neoclásica en la forma (respeto de las tres unidades), aunque no así en los temas, pues no trata asuntos tan verosímiles y cercanos al público como las comedias neoclásicas. De hecho, este tema ya había sido tratado por el dramaturgo barroco Lope de Vega en el siglo anterior.

La comedia neoclásica

Como hemos dicho, este es el género que mejor refleja las características del

teatro neoclásico e ilustrado, tanto en la forma como en el contenido. Uno de los temas que más se reflejó en la comedia neoclásica es el de los matrimonios pactados, forzados y desiguales entre hombres maduros y ricos y jovencitas de origen más humilde. El público se sintió muy identificado con esta temática y por ello estas obras tuvieron un gran éxito.

Algunos de los autores que ya hemos estudiado escribieron comedias, como por ejemplo Tomás de Iriarte. Si embargo, el comediógrafo más importante y famoso del siglo XVIII fue Leandro Fernández de Moratín.

Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) nació en una familia noble de

origen asturiano y recibió una educación muy completa, ya que su padre, Nicolás Fernández de Moratín, era otro poeta y dramaturgo ilustrado. Fue protegido de Jovellanos y en sus viajes de juventud a Europa fue influido hasta tal punto por las ideas ilustradas que se volvió afrancesado, y estuvo de parte de los franceses en la Guerra de Independencia, lo que le valió el exilio tras la derrota de los invasores. Solo escribió cinco comedias (El viejo y la niña, La comedia nueva) pero obtuvo con El sí de las niñas (1801) el mayor éxito de su carrera. Esta obra se considera de manera unánime como el mejor ejemplo de teatro neoclásico español.

El sí de las niñas , de Leandro Fernández de Moratín

Argumento

La acción se desarrolla en una posada de Alcalá de Henares entre las siete de la tarde de un día y las cinco de la mañana siguiente. Doña Francisca es una muchacha de dieciséis años educada en un convento a la que su madre, doña Irene, quiere casar con don Diego, caballero culto y adinerado de casi sesenta años. Francisca está en realidad enamorada de un joven soldado al que conoce como Don Félix, que no es otro que el sobrino de don Diego, y su nombre verdadero es don Carlos. Don Diego ignora esta relación, y se sorprende de encontrar a su sobrino en la posada. Inmediatamente le ordena que regrese a su destacamento. Los jóvenes renuncian a su amor por obedecer a sus mayores y don Carlos parte hacia Zaragoza. Sin embargo, más adelante don Diego recoge un mensaje escrito por Carlos a Francisca y tras ver la realidad, renuncia al desigual casamiento y da a los jóvenes su bendición para unirse en matrimonio.

Características

Como ya hemos dicho, El sí de las niñas se ajusta a la perfección a las características del teatro neoclásico. La obra respeta las tres unidades: de lugar (todo sucede en la misma posada), de tiempo (la acción transcurre en una noche) y de acción (solo se desarrolla un conflicto). La comedia está dividida en tres actos, que corresponden al planteamiento, nudo y desenlace. La obra está escrita en prosa y los personajes guardan en todo momento el decoro, es decir, se expresan de la manera que corresponde a sus características y clase social. El lenguaje busca la claridad y la sencillez.

El sí de las niñas tiene una clara finalidad didáctica, pues su objetivo es criticar la costumbre de los matrimonios desiguales y pactados por las familias sin consentimiento de los jóvenes. Asimismo, el autor desea criticar la educación autoritaria, que obliga a los jóvenes a aceptar todo lo que les mandan sin espíritu crítico.

El escenario, la acción y los personajes son verosímiles y similares a los que puede conocer el público, lo que provoca una inmediata identificación de los espectadores con lo que ven en escena.

Personajes

Don Diego: es un caballero de 59 años de clase acomodada. Desea casarse con Francisca, pero cuando descubre el amor de esta por Carlos renuncia y les da su bendición. En sus discursos expresa las ideas ilustradas de Moratín sobre el matrimonio.

Doña Francisca: Es una joven de 16 años educada en un convento. Es buena, graciosa y obediente, hasta el punto de renunciar a su felicidad y a su amor por obedecer a su madre. Moratín se sirve de ella para denunciar los efectos de la educación represiva en la juventud.

Doña Irene: representa el modelo de madre autoritaria que Moratín desea criticar. Tiene problemas económicos y desea resolverlos por medio del casamiento de su hija con don Diego.

Don Carlos: es un joven valiente y enamorado que está dispuesto a renunciar a su felicidad, como Francisca, por obedecer a sus mayores.

Además, hay tres personajes secundarios: Rita, la criada doña Francisca, y Simón y Calamocha, criados de don Diego y don Carlos, respectivamente.