3. ПРЕДРЕНЕССАНСКАЯ ЛИТЕРАТУРА

3.1 Аристократическая поэзия

3.2 Маркиз де Сантильяна

3.3 Хорхе Манрике

3.4 Народно-сатирическая поэзия.

A finales de la Edad Media, en el siglo XV, se desarrolla la poesía cortesana, que tiene como tema central el amor. A ella pertenecieron el Marqués de Santillana, Juan de Mena y Jorge Manrique. Este último es autor de una obra en verso de gran

importancia: Coplas a la muerte de su padre.

La lírica culta del siglo XV. Los cancioneros

En la poesía trovadoresca provenzal se encuentran las raíces de toda la lírica culta europea posterior. A partir del siglo XV se irá decantando por lo italiano. El Marqués de Santillana empleará el endecasílabo en sus sonetos, por ejemplo; o Juan de Mena, que intenta dotar al castellano de un lenguaje y una construcción poética similares a las logradas para el italiano por Dante o Petrarca. Por tanto, en el siglo XV interactúan una serie de influencias literarias medievales y otras que propiciarán, en el siglo XVI, la llegada del Renacimiento. Todas ellas se encuentran presentes en la poesía cortesana de Castilla de esa época.

Esta lírica recibe también el nombre de poesía cancioneril por haberse conservado recopilada en antologías poéticas conocidas como cancioneros. Sobresalen el Cancionero de Baena, el primero en castellano, del reinado de Juan II; el Cancionero de Estúñiga, recopilado en la corte napolitana de Alfonso V de Aragón; y el Cancionero de Palacio, que intenta recopilar la poesía de todas las cortes españolas de la primera mitad del siglo.

La Corte era el lugar más propicio para la poesía amorosa, que recoge el código del amor trovadoresco o, expresado con más propiedad, del amor cortés. La relación feudal señor-vasallo se traduce en términos amorosos: el galán aparece como vasallo o fiel servidor de su dama, modelo de perfecciones. Se emplean metros cortos - normalmente el octosílabo-, llenos de juegos de palabras y antítesis que sirven para exponer el sufrimiento que causa en el enamorado la pasión que siente por su dama.

Para otras composiciones más solemnes (sobre la muerte, la Fortuna, problemas religiosos, etc.), pertenecientes a la denominada corriente alegórico-dantesca, se prefieren los metros largos, en especial la copla de arte mayor castellana, por lo general compuesta de versos dodecasílabos.

Los principales poetas cortesanos del siglo XV son el Marqués de Santillana y Juan de Mena , que escribieron durante el reinado de Juan II; y Jorge Manrique, cuya obra en gran medida se inscribe dentro del reinado de Enrique IV.

El marqués de Santillana

Don Íñigo López de Mendoza, primer Marqués de Santillana fue un hombre muy importante e influyente en su época. Nació en Carrión de los Condes en 1398 y murió en 1458. Intervino activamente en la política de su tiempo, luchando unas veces a favor y otras en contra de su rey, Juan II. A la vez que militar y político, fue poeta y un apasionado por los estudios. Colaboró económicamente en la traducción de muchas obras clásicas. En su biblioteca había textos de todos los autores importantes. Escribió en prosa y en verso. No le gustaba el arte popular pero sus obras más conocidas son las serranillas. Las serranillas: forman parte de un género muy difundido en Europa desde el siglo XII. Se narra en estas poesías el encuentro de un caballero con una pastora en medio de un paraje agreste que describe el poeta. El caballero, enamorado repentinamente de la pastora le pide relaciones y ella unas veces lo rechaza y otras no. El lenguaje que utiliza el Marqués es refinado y sencillo con unos ingeniosos diálogos.

Juan de Mena

Nació en Córdoba en 1411 y murió en Torrelaguna (Madrid) en 1456. Estudió en Salamanca y en Italia. Fue secretario y cronista del rey Juan II de Castilla y muy amigo del marqués de Santillana. Su obra más importante es un poema muy extenso titulado "Laberinto de fortuna" o "Las trescientas". Este poema está compuesto por 297 coplas de arte mayor, en el que el poeta en forma alegórica nos cuenta cómo es transportado al palacio de la diosa Fortuna y allí le muestran la máquina del mundo; que está formada por tres ruedas: la del presente, la del pasado y la del futuro. Utiliza un lenguaje lleno de cultismos, tanto en el léxico como en la sintaxis y hace referencias a la antigüedad. Lo más destacado del Laberinto se encuentra en su lengua poética y en su estilo.

Mena deseaba elevar el castellano a la misma altura que el latín y dotarlo de categoría de lengua poética. De ahí la artificiosidad de su estilo y su sintaxis (hipérbatos como: Divina me puedes llamar Providencia) y vocabulario latinizante. También en el tratamiento del tema se anuncia ya un naciente humanismo, que apunta una nueva era.

Será Góngora, en el siglo XVII, el que recogerá este empeño de crear una nueva lengua poética culta. Estilísticamente, se le ve como un eslabón que conduce al otro gran poeta cordobés, por su lenguaje oscuro y hermético: copia la sintaxis y léxico latinos para demostrar que en romance son viables los recursos clásicos. Mantiene cierta actitud medieval en su mentalidad estamental y la alusión a los clásicos como ejemplos morales.

Este poema se compone de 297 coplas de arte mayor. Esta estrofa se puso de

moda a finales del siglo XIV y llegó a sustituir a la cuaderna vía, incluso se utilizó en algunas danzas de la muerte, pero no sobrevivió al siglo XV. Es una octava: dos

cuartetos ABAB DCDC, de versos dodecasílabos divididos en dos hemistiquios con una fuerte cesura.

Jorge Manrique

Nació en Paredes de Nava (Palencia) en 1440 y murió en 1479. Es el poeta más sobresaliente del reinado de Enrique IV y de todo el siglo XV. Escribió su obra Coplas a la muerte de su padre a principios del reinado de los Reyes Católicos. Fue miembro, como el Marqués de Santillana, de la nueva clase aristocrática que, sin abandonar las armas, no desdeñaba el cultivo de las letras (su tío Gómez Manrique y su padre, Rodrigo Manrique, escribieron también composiciones poéticas que figuran en los cancioneros). Murió luchando a favor de la reina Isabel, a las puertas del castillo de Garcimuñoz, en 1479. Siguiendo las modas poéticas cortesanas de su tiempo, compuso alrededor de cincuenta poemas amorosos y tres satíricos. Sin embargo, estas convencionales obras no le hubieran hecho destacar de cualquier versificador bien dotado, de los que abundaban en todos los palacios. Debe su fama a las ya mencionadas Coplas, poema funerario o elegíaco a la muerte de su padre, el Maestre don Rodrigo.

La finalidad de esta obra es preservar la memoria y la honra de su padre, que ha tenido una vida ejemplar para que no caiga en el olvido y da cuenta de la mentalidad de la época. La importancia del honor, incluso después de la muerte, o la buena fama. Es una obra breve y concisa, se compone de 40 coplas de dos sextinas de pie quebrado, que la tradición llamará, precisamente, copla manriqueña y que combina cuatro versos octosílabos y dos tetrasílabos, con rima consonante, según el siguiente esquema: 8a 8b 4c 8a 8b 4c 8d 8e 4f 8d 8e 4f. Estas 40 estrofas se pueden dividir atendiendo a la temática en tres partes diferenciadas:

Coplas de la 1 a la 13 : la fugacidad de la vida, la condición mortal del hombre y el menosprecio de los efímeros bienes materiales. Tópico del Carpe diem.

Coplas de la 14 a la 24 : lo anteriormente dicho se ejemplifica con casos de personajes concretos. Poder igualatorio de la muerte. Tópico del Ubi sunt?

Coplas de la 25 a la 40 : se centra en la figura del padre, que fallece de forma serena y ejemplar. Siendo un modelo a imitar y recordar por las futuras generaciones. El autor emplea un lenguaje sencillo para que sea comprensible. Con emoción contenida, expresa su dolor por la muerte de su padre dando una visión realista de lo que es la vida y de la necesidad de tener un comportamiento correcto durante la misma. En definitiva, la obra de Jorge Manrique es representativa del cambio literario que supuso el periodo histórico conocido como Prerrenacimiento. El autor reflexiona sobre el paso del tiempo y reconoce el valor de la vida. Es el comienzo de lo que luego se llamará el Renacimiento (siglo XVI), caracterizado sobre todo por una actitud vitalista que invita al disfrute de todas las cosas.

La Tragicomedia de Calixto y Melibea

Fue escrita a finales del siglo XV por Fernando de Rojas, es la puerta que conduce directamente al Renacimiento. Escrita en prosa, en forma dialogada, con indicación del personaje que habla, ha tenido gran importancia en el posterior desarrollo de los géneros dramático y narrativo. No es una novela y no es teatro, se trata de un género híbrido novedoso en la literatura española, pero que se asemeja a la comedia humanística, que se escribía desde mucho antes en Italia. Es una obra destinada posiblemente a la lectura dramatizada.

Está a caballo entre la Edad Media y el Renacimiento, de hecho, podemos encontrar elementos de ambas épocas. Presenta un mundo en crisis, en el que los viejos valores medievales ya no sirven. Sus personajes se mueven por la codicia, por el dinero, por el interés. Los criados atienden a sus amos por un sueldo, los hombres y las mujeres se desean con pasión, es una temática bastante moderna para la época.

El autor

Fernando de Rojas nació en la Puebla de Montalbán (Toledo) entre 1474 y 1475. En 1488 su padre fue condenado por la Inquisición por converso, y muchos de sus primos se vieron obligados a declarar que su cristianismo no había sido sincero. Obtuvo el grado de Bachiller en Leyes entre 1496 y 1497 en Salamanca. En 1507, por un problema fiscal, se trasladó a Talavera. Se casó con Leonor Álvarez, de la que tuvo cuatro hijos.

Ediciones

La primera edición conservada de la Comedia de Calisto y Melibea, su primer título, fue publicada en Burgos, probablemente en 1499. Esta edición consta de dieciséis actos, pero no figuran los textos preliminares ni los finales. Por el contrario, en las siguientes ediciones se incluirán los preliminares: la Carta del autor a un su amigo, donde Rojas declara ser estudiante de Leyes de Salamanca y haber encontrado el primer acto de la obra, de autor desconocido, y que dio fin a la obra en un período vacacional de quince días; los versos acrósticos que rezan “El bachiller Fernando de Rojas acabó la Comedia de Calysto y Melybea y fue nascido en la Puebla de Montalván” y los versos finales de Alonso Proaza, donde escribe que el nombre del autor se esconde en los versos acrósticos.

Una versión ampliada del libro apareció en 1500 o 1502, contenía cinco actos adicionales, que se intercalaron en medio del acto XIV, además de numerosas interpolaciones y cambios a lo largo de toda la obras. Aparece también un nuevo prólogo, donde el autor justifica las ampliaciones por las demandas de unos amigos suyos de que ampliara los lances de amor; y añade que, en cuanto éstos le hicieron ver el trágico final, el autor le cambió el título por el de Tragicomedia de Calisto y Melibea.

Hoy nadie duda la autoría de toda la obra, salvo del acto I: éste, en efecto, al margen de diferir estilísticamente con el resto, maneja otras fuentes; especialmente

destacable es, en este sentido, el hecho de que el primer autor solo recurra a Petrarca una vez, mientras que en el resto de la obra es omnipresente.

Argumento

Calisto se enamora de Melibea. En su encuentro en el huerto le declara su amor, pero ella lo rechaza. Su criado Sempronio le aconseja que acuda a Celestina para que lo ayude en la empresa de conquistar a Melibea. El otro criado, Pármeno, fiel servidor tiene dudas al respecto, pero Celestina logra convencerlo de que busque su propio provecho y no el de su señor. Celestina se vale de sus malas artes para embrujar el hilado con el que se dirige a casa de Melibea fingiendo ser una vendedora. Melibea al principio se resiste, pero después queda enamorada de Calisto. Los padres de Melibea, Pleberio y Alisa, desconocen por completo que su hija se encuentra en el huerto con Calisto. Y es precisamente tras uno de estos encuentros cuando Calisto tiene un absurdo accidente al saltar el muro y muere. Melibea se suicida entonces ante sus padres. Pleberio, desolado por la muerte de su hija cierra la obra con su famoso planto (llanto por la muerte de un ser querido). Poco antes, Celestina muere también a manos de los criados de Calisto, con los que no quiere compartir el cordón de oro que ha obtenido en pago de sus servicios.

Personajes

Un aspecto interesante de la obra es el retrato de dos mundos que reflejan una sociedad que está cambiando. El de los señores, caracterizado por un lenguaje formal y retórico con parlamentos más largos: Calisto, Melibea, Pleberio y Alisa. Y el de los criados, el interés, la importancia del dinero y el empleo de refranes son característicos de estos personajes que suelen tener textos más breves y ágiles: Pármeno, Sempronio, Lucrecia, Areúsa, Celestina... Esta última siendo el personaje principal hace de nexo entre unos y otros sabiendo cómo comportarse y hablar en las distintas situaciones.

Intencionalidad de la obra

Es obvio que la obra de Rojas tiene de medieval el tratamiento de tres grandes temas: censura de loco amor, los embates de la fortuna y el carácter igualador de la muerte. El carácter converso de Rojas se vería en el retrato de una sociedad, la del XV, y estaría individualizando estos temas en un aquí y un ahora que traspasan unos hombres concretos, por lo que la obra estaría anunciando el antropocentrismo y el carácter reformista del Renacimiento.

Las acometidas de Fortuna se objetivan en el trágico final de los personajes, que son llevados al fatal desenlace por su imprudencia: así lo apunta Pleberio en su planto a la muerte de Melibea, donde alude a los malos efectos del amor alocado y la Fortuna, en la línea del estoicismo petrarquista. La culpabilidad de los personajes se une con las brujerías de Celestina: mientras que en la misma obra se dice de sus artes que todo era burla y mentira, Celestina, como la Trotaconventos, amparada en su astucia, maneja a los personajes por su conocimiento de la condición humana: sabe de sus atracciones por el dinero y amor carnal.

Fernando de Rojas pretende mostrar la vida tal como es y no como debiera de ser: reniega de los tipos de amor cortés y los introduce en su mundo coetáneo. En este sentido, presenta un entorno donde sólo tiene valor el poder carnal, no el espiritual, representado por Calisto y Melibea, y los bienes terrenales, no el deseo de vida eterna, mostrados claramente por los criados desleales. Todos los protagonistas son tanto instigadores como víctimas de la tragedia y son condenados por no saber gozar la vida sin ponerla en riesgo.